Hoy que conmemoramos el Descubrimiento de América, también lamentamos el descubrimiento de un síndrome en los puertos nacionales.
Un mal que ocasionará que la API TUXPAN declare nuevamente desierta una licitación.
Es el síndrome de la Botana o de José Julian Dip Leos, Director General de API ALTAMIRA, que se propaga en todos los puertos nacionales.
Se trata de una estrategia, que se asegura está bastante sofisticada y que no solo cuenta con la aprobación del Zar de la Corrupción, Salvador Vega Casillas, sino que fue diseñada en la propia Secretaría de la Función Pública, y cuyo fin es la asignación mediante concursos amañados o adjudicaciones directas de obra pública a determinadas empresas que se encontrarán obligadas a colaborar con su diezmo a las campañas políticas, aparentando el buen derecho y cumplimiento de la ley.
Licitaciones en las que se pone todo tipo de candados, hasta que al final pierden la llave y tras múltiples aplazamientos, diferimientos y posposiciones, sin saber que hacer, finalmente deciden declarar desiertas para su posterior adjudicación directa.
No debe dudarse de esta corrupción de alto nivel, que el diputado Pablo Escudero, Presidente de la Comisión de la Función Pública, ha puesto a la vista de todos con meridiana claridad.
“…estamos entrampados, hay dos autoridades que van a conocer: la primera es Función Pública, que no sirve de nada porque Función Pública preside el Fideicomiso del Bicentenario y han sido los que desarrollaron todo este sistema para hacer fraude a la ley y para evitar licitar, esa es la Secretaría de la Función Pública, no va a hacer nada…”
Por ello no importan las múltiples quejas y denuncias que se interpongan y que el propio Director General de la API TUXPAN reconoce, Alfredo Sánchez Hevia, el Titular del Organo Interno de Control es un incondicional que no muerde la mano que le da de comer.
El Titular del Organo Interno de Control es un incondicional que no muerde la mano que le da de comer
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